Faldas de vestir

Hay prendas que definen el movimiento con la misma sutileza con la que trazan una silueta. Las faldas de vestir en SHON MOTT responden a esa idea: piezas que no buscan protagonismo, pero que transforman la forma de caminar, de habitar un espacio, de sentir la textura del tejido sobre la piel. 

Confeccionadas en materiales nobles como la seda, el punto o la franela, nuestras faldas encarnan la filosofía de la marca: diseños sobrios, atemporales y pensados para acompañar sin fecha de caducidad.

La colección reúne propuestas largas y midi, faldas cruzadas y opciones en diferentes tejidos, siempre bajo un mismo lenguaje: el de la simplicidad depurada, que se aleja de lo pasajero para situarse en lo esencial.

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Faldas de punto, seda y franela: tejidos nobles

En SHON MOTT el tejido es el punto de partida. La falda de punto se ajusta al cuerpo con suavidad y elasticidad, ofreciendo confort en el día a día sin renunciar a la sobriedad estética. Es práctica, flexible y resistente: una aliada que acompaña cada jornada sin imponerse.

La seda, por el contrario, se mueve con otra cadencia. Su ligereza aporta una sensación casi etérea, con un brillo discreto y un vuelo natural que convierte cada paso en un gesto elegante. Perfecta para climas templados o para ocasiones donde lo esencial es sentirse ligera, libre.

La franela completa este triángulo de texturas. Su tacto cálido y denso añade carácter durante los meses más fríos, aportando una sensación envolvente que protege sin perder elegancia. Cada tejido se elige no solo por su estética, sino por su capacidad de perdurar, de envejecer con dignidad y acompañar con coherencia el paso del tiempo. 

Faldas largas y midi: siluetas atemporales

Las faldas largas transmiten protección y calma. Son piezas que envuelven el cuerpo con naturalidad, alargando la silueta y otorgando una presencia discreta pero firme. Funcionan en un contexto elegante y sobrio, ideales para quienes buscan prendas que acompañen sin estridencias.

La falda midi, en cambio, aporta versatilidad. Su longitud equilibra comodidad y sofisticación, lo que la convierte en una prenda que atraviesa diferentes escenarios con facilidad: de lo formal a lo cotidiano, de un encuentro profesional a un paseo relajado.

Las faldas cruzadas introducen un gesto funcional dentro de esta narrativa: una abertura que se convierte en detalle, un pliegue que suma dinamismo sin romper la armonía del diseño. Siempre bajo el mismo principio estético: limpieza, sobriedad y una elegancia que no caduca.